Estados Unidos expandió masivamente el año pasado su auxilio de desempleo cuando la pandemia del COVID-19 estalló.
Sin embargo, en los próximos días esos beneficios terminarán, forzando a millones de estadounidenses desempleados, algunos de los cuales no han trabajado durante toda la pandemia, a buscar trabajo o tomar decisiones difíciles sobre cómo arreglárselas en una economía ahora amenazada por la variante delta.
«No tengo idea de cómo sobreviviremos solo con los ingresos de mi hija», advirtió Deborah Lee, una flebotomista desempleada en Arizona que se está recuperando de un brote de covid que ha afectado a su hija y a dos de sus tres nietas.
A los programas de ayuda financiados por el gobierno, que incrementaron los pagos semanales y auxiliaron a los desempleados y trabajadores independientes, se les atribuyó que Estados Unidos no cayera en una peor crisis económica el año pasado.
Pero en meses recientes han levantado controversia pues algunos estados los han cancelado prematuramente y afirman que animaron a la gente a no regresar a empleos que ya son seguros para personas vacunadas, aunque hay estudios que rebaten esa afirmación.
El número de empleos disponibles en el país en agosto superó los 10,1 millones en junio. Paradójicamente, las empresas continúan teniendo dificultades para contratar mano de obra.
Desde el 6 de septiembre los auxilios terminarán en todo el país, y aunque los economistas no esperan que afecte significativamente la recuperación estadounidense tras la debacle de 2020, el cambio indudablemente aumentará la presión sobre los desempleados.
Gregory Daco de Oxford Economics predijo que el recorte de beneficios reducirá el ingreso de los hogares en 4.200 millones de dólares por semana durante septiembre.
«No va a ser el tipo de golpe que pone la economía estadounidense en reversa», dijo en una entrevista, pero predijo que «las familias de bajos ingresos y las minorías son las más propensas a ser impactadas negativamente».